LA JAQUITA DE LOS SIETE COLORES

AUTOR: Manuel Candón
LA SIRENA
Eran unos padres que tenían un hijo y el padre era pescador y todos los días iba a pescar. Un día vio que la red pesaba muchísimo y que apenas podía sacarla; cuando lo consiguió, vio en ella un pescado muy grande que le dijo: Yo te voy a comer si no me ofreces traerme al primero que encuentres.
El pescador pensó que sería como siempre la perrilla la que se adelantaba a recibirle y ésa le llevaría. Así que el pez se sumergió, se marchó hacia su casa; mas esta vez, en lugar de la perrilla quien salió fue su hijo.
El pescador pensó que sería como siempre la perrilla la que se adelantaba a recibirle y ésa le llevaría. Así que el pez se sumergió, se marchó hacia su casa; mas esta vez, en lugar de la perrilla quien salió fue su hijo.
El padre preguntó que por qué se había apresurado a salir a su encuentro, y el hijo le dijo que como tardaba estaba con cuidado. El padre le contó lo que había pasado; que había sacado una Sirena en la red y que le había exigida le llevase al primero que en su casa saliese a recibirlo.

Ya con estos regalos, se volvió a su casa y le dijo al padre que podía entregarlo a la Sirena. Aquél lo llevó y al entregárselo tocó la pluma y después de decir las palabras “¡Ay de mí! ¡El águila!”, se volvió águila y se marchó del primer vuelo al palacio, y la princesa, al ver aquel pájaro tan bonito lo hizo coger y lo colocó atado a los pies de la cama. Por la noche se volvió hombre; la princesa se asustó; pero él la tranquilizó y le contó su historia. El rey quiso se quedase en palacio y todos lo querían mucho; todas las tardes salía en coche con el rey y la princesa, y otras veces a dar paseos en lancha por el mar.
Un día la Sirena lo vio y le echó mano y se lo tragó a vista del rey y la princesa- El rey dijo que aún encontraba medio de sacarlo de la Sirena. Como a las sirenas les gustar mucho el oro y la plata, mandó hacer un remo de plata, y un día salieron en busca de la Sirena, y le dijeron que si les enseñaba el joven aunque no fuese más que medio cuerpo, le regalarían el remo de plata. La Sirena les enseñó la cabeza solamente así que él nada pudo hacer todavía: mas la princesa le dijo que si se lo enseñaba de medio cuerpo, le regalaría un remo de oro. La Sirena dijo que sí y al otro día se lo llevaron y la Sirena sacó el medio cuerpo del joven que, hallándose en esta libertad, pudo tomar la forma del águila y se echó a volar. La Sirena dijo: “¡Ah pícaros, que me han engañado! Pero yo me vengaré”. Y, al irse a volver a palacio la princesa, se abrió la tierra y se la tragó. El águila, que vio lo que pasaba, dijo: “Pues yo habré de sacarla”. Y, hecho hombre de nuevo, le dijo a unos albañiles le hicieran un agujero pequeño en aquel sitio. Entonces sacó la patita de la hormiga y dijo: “Vuélvome hormiga”, y se entró dentro de un castillo y quiso volverse águila: la reina lo conoció enseguida y cuando salió el gigante que la guardaba, el joven se convirtió en hombre y le dijo a la princesa que se volviese ella también hormiga para salir juntos. Así lo hicieron y llegaron a palacio donde el padre se puso tan contento y permitió al libertador de su hija que se casara con ella. Vivieron muy felices; pero siempre cuidando de no pasear nunca por el mar para no encontrarse con la Sirena.
AUTOR: Cipriana Álvarez Durán
EL HADA FEA
Hace mucho, mucho tiempo, antes de que los hombres y sus ciudades llenaran la tierra, antes incluso de que muchas cosas tuvieran un nombre, existía un lugar misterioso custodiado por el hada del lago. Justa y generosa, todos sus vasallos siempre estaban dispuestos a servirle. Y cuando unos malvados seres amenazaron el lago y sus bosques, muchos se unieron al hada cuando les pidió que la acompañaran en un peligroso viaje a través de ríos, pantanos y desiertos en busca de la Piedra de Cristal, la única salvación posible para todos.
El hada advirtió de los peligros y dificultades, de lo difícil que sería aguantar todo el viaje, pero ninguno se asustó. Todos prometieron acompañarla hasta donde hiciera falta, y aquel mismo día, el hada y sus 50 más leales vasallos comenzaron el viaje. El camino fue aún más terrible y duro que lo había anunciado el hada. Se enfrentaron a bestias terribles, caminaron día y noche y vagaron perdidos por el desierto sufriendo el hambre y la sed. Ante tantas adversidades muchos se desanimaron y terminaron por abandonar el viaje a medio camino, hasta que sólo quedó uno, llamado Sombra. No era el más valiente, ni el mejor luchador, ni siquiera el más listo o divertido, pero continuó junto al hada hasta el final. Cuando ésta le preguntaba que por qué no abandonaba como los demás, Sombra respondía siempre lo mismo "Os dije que os acompañaría a pesar de las dificultades, y éso es lo que hago. No voy a dar media vuelta sólo porque haya sido verdad que iba a ser duro".
Gracias a su leal Sombra pudo el hada por fin encontrar la Piedra de Cristal, pero el monstruoso Guardián de la piedra no estaba dispuesto a entregársela. Entonces Sombra, en un último gesto de lealtad, se ofreció a cambio de la piedra quedándose al servicio del Guardián por el resto de sus días...
La poderosa magia de la Piedra de Cristal permitió al hada regresar al lago y expulsar a los seres malvados, pero cada noche lloraba la ausencia de su fiel Sombra, pues de aquel firme y generoso compromiso surgió un amor más fuerte que ningún otro. Y en su recuerdo, queriendo mostrar a todos el valor de la lealtad y el compromiso, regaló a cada ser de la tierra su propia sombra durante el día; pero al llegar la noche, todas las sombras acuden el lago, donde consuelan y acompañan a su triste hada.
TALLER N° 1
¿QUE TANTO SABES DE CUENTOS?
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- Cuales son las partes del cuento?
- Escribe el nombre de algunos cuentos que conozcas
- Cual es el cuento que mas te gusta?
- Escribelo